lunes, 19 de enero de 2015


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Clara Gómez Castillo


LEYENDA DE L A VIRGEN DEL ROCIO

 
Cuenta la leyenda que en el siglo XV se encontraba Gregorio Medina, ciudadano de Villamanrique de la Condesa (Sevilla), en la Villa de Almonte. Había salido a cazar en el sitio llamado La Rocina; cuando notó que entre la mala hierba había algo, ya que sus perros ladraban pero no se atrevían a entrar. En medio de las espinas se encontró con la imagen de la Virgen colocada sobre el tronco de un árbol. Era de talla y gran belleza, vestida con una túnica de lino blanco y verde.


Cargó con la imagen y se dirigió hacia Almonte que se encontraba a trece kilómetros del lugar, pero no era fácil, se había esforzado tanto que, agotado, se durmió. Cuando se despertó, la imagen no estaba junto a él. Volvió entonces al lugar donde la había encontrado y descubrió la talla de la Virgen allí de nuevo.

Bajó al pueblo y contó lo sucedido. El clero lo acompañó entonces hasta el lugar y, sorprendido, vio que Gregorio había dicho la verdad. Rescataron la imagen situándola en la Iglesia Mayor de Almonte.

Posteriormente fue edificada en la Rocina, una pequeña ermita con un altar para colocar la imagen de tal modo que el tronco en el que fue hallada le sirviese de peana y cuya advocación fue la de Virgen de las Rocinas.

En 1653 se dice que se apareció en época de sequía, las plantaciones se estaban secando así que un lugareño la puso en un sombrío y le pidió el milagro de la lluvia con mucha fe. Tras esto comenzó a llover cayendo sobre ella el rocío de la lluvia, por eso se cambió aquella denominación por la actual de Nuestra Señora del Rocío. Fue entonces cuando se proclamó Patrona de Almonte.
Hoy la historia sitúa los orígenes del Rocío dos siglos antes y todo indica que fue Alfonso X el Sabio quien pudiera haber erigido aquella primera ermita, tras su conquista de Niebla en 1262, mandando colocar allí la bella imagen de la Virgen.



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